lunes, 11 de julio de 2022

El trabajo de las academias durante el verano...

 De unos años a esta parte ha ido cambiando la labor y el trabajo que realizan, o realizamos, las academias durante el periodo veraniego, al menos en aquellas comunidades autónomas donde se han eliminado los exámenes de septiembre. Antes era habitual que muchos de los alumnos a los que les quedaba alguna asignatura para septiembre buscarán en las academias esa ayuda necesaria para ser capaces de preparar esas asignaturas de cara a los temidos exámenes de septiembre. 

 

Foto de Vicko Mozara (Unsplash)
 
En los últimos años se han ido eliminando esas pruebas extraordinarias, lo que evidentemente repercute en el número de alumnos de las academias, centros de estudio, etc. Por una parte ya no existen esos exámenes y por otra las leyes se han vuelto cada vez más laxas y ahora es posible titular o presentarse incluso a la EVAU con asignaturas pendientes. No entraré en el debate de si es bueno o es malo, simplemente es lo que hay.

¿Y qué hacemos entonces las academias durante el verano? ¿A qué nos dedicamos?
Lo cierto es que, al menos en mi caso, sigue habiendo alumnos, alumnos con características diferentes en muchos casos a los que había hace unos años. Alumnos que durante el verano buscan o bien afianzar los conocimientos que pudieron quedar un poco en el aire durante el curso o bien adelantar y preparar el curso siguiente. 

Las clases no son iguales que durante el curso, por una parte no existe esa presión acuciante de buscar resultados por encima de todo, y por otra, al no existir esas prisas el trabajo es más distendido, te permite dar más libertad a los alumnos, que sean ellos los que descubran y no tanto el que tú les dirijas. Es tiempo de pensar más y memorizar o automatizar menos. 

¿Y funciona esto? ¿Sirve para algo? Mi experiencia me dice que sí. Un sí rotundo y claro. Estos alumnos vuelven al curso con un plus, por una parte llegan más tranquilos, siendo conscientes de que muchas de las cosas nuevas a las que se van a enfrentar en el nuevo curso ya las han visto, experimentado y entendido. Por otra intento dotarles de herramientas alternativas a la hora de resolver problemas y ejercicios y esto lo consiguen ellos reflexionando sobre cómo resolver los problemas, y es curioso porque son innumerables las veces que preguntan si su profesor o su profesora les daría por bueno un problema resuelto "de otra forma". Ahí lo dejo, que cada uno reflexione al respecto, yo la respuesta la tengo más que clara.

Supongo que alguien pensará que una clase de matemáticas es una clase de matemáticas sí o sí, pero la verdad es que no. No busco que en las clases del verano aprendan un método, una fórmula para resolver el problema, busco que ellos sean capaces con las herramientas de que disponen de plantear soluciones a los problemas, simplemente les dirijo un poco cuando se desvían o les doy pequeñas pistas. 

Pero es que también nos da tiempo a proponer lecturas de libros donde las matemáticas se hacen presentes y que demuestran que nos rodean en el día a día. Este año, por poner un ejemplo, al grupo de los que el año que viene cursarán 2º de ESO les he propuesto El asesinato del profesor de matemáticas, de Jordi Sierra i Fabra, y El curioso incidente del perro a medianoche, de Mark Haddon. No es obligatorio leer los libros, ni mucho menos, pero según los van leyendo les propongo algunas actividades sobre ellos, y al final además consigo que entre unos y otros terminen animándose a leer esos libros.

Por supuesto  que en las clases no faltan juegos de "magia" y acertijos basados en las matemáticas y con los que intento que piensen en las matemáticas que hay, o debe haber, tras algunos trucos. Al final se trata de conseguir que se olviden de que están dando clases de matemáticas mientras aprenden matemáticas. Lo cierto es que la experiencia ya de varios años así me demuestra que con estas actividades aprenden muchas, muchas matemáticas...

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