miércoles, 27 de julio de 2022

¿Nos empezamos a cansar de la tecnología en los coles?


Este artículo aparece publicado en El Diario Vasco. Es una invitación a la reflexión. Pero creo, sinceramente, que las cosas no son ni tan claras ni tan calvas.

¿Por qué se habla de limitar el uso en clase y no en casa? De hecho, seguramente, en clase no estarán viendo un Tik-Tok detrás de otro. 

No creo que el problema esté en que usen la tecnología sino en cómo se use. ¿Están los chavales preparados para usar las tecnologías más allá de entrar en sus redes sociales? Pues seguramente alguno se sorprenda, pero nos llenamos la boca hablando de nativos digitales y a veces resulta que lo que tenemos son náufragos digitales, que difícilmente son capaces de enviar un correo electrónico por hablar de una tarea sencilla. 

Es este un tema con muchas aristas y también es verdad que si hacemos una búsqueda por ejemplo en Google Scholar podemos encontrarnos con bastante literatura al respecto y no son pocos los estudios en los que se reconoce que la exposición a las pantallas desde edades tempranas tiene consecuencias no necesariamente buenas para los chavales.

Incluso podemos dar una vuelta más a la tortilla. Hace unos años causo revuelo un artículo en el que se hablaba de que en Silicon Valley, cuna de las más importantes empresas tecnológicas, empezaban a proliferar colegios sin tabletas ni ordenadores, y las niñeras, por contrato, tenían prohibido el uso del móvil. Vale, puede ser exagerado, pero les invito a que echen un vistazo al reportaje, aunque solo sea por curiosidad. 

En mi opinión los dispositivos digitales son una herramienta muy útil, pero hay que utilizarlas con criterio. El problema es que nos vamos de Málaga a Malagón en un santiamén, pasamos de prohibir el llevar el móvil al cole a inundar todo de tablets, chromebooks y similares. No hay un programa educativo y pedagógico detrás simplemente se busca ser los más guais del mundo mundial, diferenciarse como un cole moderno y molón, o quizá lo que es todavía peor, se busca hacer negocio con las licencias digitales ahora que todo el mundo se pasa los libros y ya no se gana tanta pasta por ahí. 

También es cierto que a veces solo nos venden las bondades y nos ocultan sibilinamente otros detalles, pero por ejemplo ahora que tan de moda se están poniendo los Chromebooks, Dinamarca ha decidido prohibirlos en los colegios y es que según la agencia de protección de datos danesa estos dispositivos no cumplen los requisitos de la ley de protección de datos europea. ¿Pasará lo mismo en España? Ojo, que no es un tema menor. 

Esta misma semana me encontraba con chavales de dieciocho años que no sabían siquiera que es eso del certificado digital que tenían que instalarse para acceder al bono cultural de los 400 euros para aquellos que nacieron en 2004... Claro que si en los coles seguimos dedicando horas y más horas a explicarles lo del hardware y el software y la memoria ram y rom, pues es que a lo mejor no se están haciendo bien las cosas... 

Y no, no estoy hablando de quedarnos con tablillas de arcilla de los romanos, o usar el ábaco para aprender a sumar, pero mucho me temo que a no mucho tardar veremos escuelas privadas "vendiendo" como la panacea la enseñanza tradicional, con pizarra, tiza y clase magistral porque con ellas se obtienen mejores resultados. Tiempo al tiempo. 


martes, 19 de julio de 2022

Cansado de tanto publirreportaje sobre educación

De unos años a esta parte viene siendo cada vez más habitual que los medios de comunicación online publiquen publirreportajes patrocinados por bancos, empresas tecnológicas, editoriales... Eso no es ni bueno ni malo por sí mismo, pero a mí, personalmente, me llama bastante la atención. 


Lo que ya no me llama tanto la atención es el sesgo de estos publirreportajes pagados, repito, no son reportajes, no son trabajos de investigación de un periodista, son un tipo de publicidad encubierta y en esencia como todos vienen pagados por las mismas empresas pues suelen decir más o menos lo mismo. 

Creo que no soy sospechoso de estar en contra de la digitalización en las escuelas, más bien todo lo contrario, pero eso no quiere decir que trague con todo lo que nos venden estos publirreportajes. 

Por lo pronto es muy típico demonizar todo lo que tiene que ver con las clases tradicionales

Toca contraponer la clase magistral y estática con un modelo diferente, y fíjense que bien suena, "el alumnado deja de ser un público pasivo que únicamente escucha para convertirse en un participante activo". ¿Dónde hay que firmar? Lo compro. Y ahora ya la labor del comercial de turno, aprendizaje inmersivo, flipped classroom, gamificación... ¿Saben ustedes de que están hablando? 

Aprendizaje inmersivo: Genial esto del "inmersivo". Aunque no es nuevo, ya lo decía Confucio: “Me lo contaron y lo olvidé; lo vi y lo entendí; lo hice y lo aprendí”. Porque de esto es de lo que se trata, pero en tiempos de maricastaña ya íbamos al laboratorio a hacer prácticas de química por poner un ejemplo de aprendizaje inmersivo a finales del siglo XX, ahora cojan a sus hijos y pregúntenles cuántas veces han ido durante el último curso al laboratorio de química... 

Flipped Classroom: Esto personalmente me flipa mucho. Ya saben ustedes que escuchar a un profesor en clase (eso del magistral y estático) está más pasado de moda que un Seat Panda, pero irte a tu casa a encender Youtube para ver un vídeo del profe explicando la lección eso ya es la caña, luego ya las dudas me las preguntas en clase... Vale, me estoy llevando las cosas a los extremos pero es que hay mucha flipped classroom que se reduce a esto. Que sí, que puede estar bien en un determinado momento, que puede haber docentes que lo bordan, pero que no es la panacea universal. ¿Qué hacemos con el chaval que no lo ha visto en casa? Nos pasamos la vida criticando que se lleven deberes y ahora les hacemos que tengan que ver los vídeos con las explicaciones, y eso por no hablar de que como se pongan todos los profes a hacerlo a la vez no nos quedan horas ni para ir al servicio.

Por supuesto en estos artículos no pueden faltar las loas y alabanzas a cuanto aparato tecnológico queramos referirnos, ya sean tablets, portatiles, móviles, gafas de realidad virtual... 

Y aquí han sido bastante sutiles, porque si publirreportaje lo paga Apple se nos iba a quedar la boca abierta escuchando las maravillas del modelo de Ipad que hay que comprar al nene, o si lo paga Google ya veríamos las grandes ventajas que nos trae Chromebook. Y no es tema baladí, porque no son pocos los centros que en vez de optar por soluciones abiertas apuestan directamente por tal o cual modelo sí o sí. ¿Pensamos mal y acertamos? Ahí lo dejo. 

No pretende este artículo ser una crítica despiadada al uso de la tecnología en el aula, nada más lejos de mi intención, pero creo que no podemos ni debemos convertirla en el centro de todo. Las cosas en su justa medida funcionan mejor. Nos gastamos una pasta en comprar el último aparatejo para el cole, siendo conscientes de que en tres o cuatro años puede estar totalmente desfasado y no servir ni de sujetapapeles. "Compramos" licencias digitales (el entrecomillado es porque no las compramos las alquilamos durante un curso porque al hermano pequeño que viene por detrás hay que volver a comprársela) y luego resulta que no es más que el libro de siempre con las erratas de siempre pasado a formato PDF. Y mientras tanto las aulas se caen a trozos, los chavales se han pasado el curso llevando mantas para protegerse del frío y luego sufriendo calores cuando llega el verano... 

La tecnología puede complementar a la pizarra, pero no tiene por qué sustituirla. Cada vez me resulta más evidente que tras este cambio radical que nos pretenden vender hay unos intereses económicos muy presentes. 

Por cierto, el enlace al publirreportaje pagado por el Banco de Santander en El Confidencial


lunes, 11 de julio de 2022

El trabajo de las academias durante el verano...

 De unos años a esta parte ha ido cambiando la labor y el trabajo que realizan, o realizamos, las academias durante el periodo veraniego, al menos en aquellas comunidades autónomas donde se han eliminado los exámenes de septiembre. Antes era habitual que muchos de los alumnos a los que les quedaba alguna asignatura para septiembre buscarán en las academias esa ayuda necesaria para ser capaces de preparar esas asignaturas de cara a los temidos exámenes de septiembre. 

 

Foto de Vicko Mozara (Unsplash)
 
En los últimos años se han ido eliminando esas pruebas extraordinarias, lo que evidentemente repercute en el número de alumnos de las academias, centros de estudio, etc. Por una parte ya no existen esos exámenes y por otra las leyes se han vuelto cada vez más laxas y ahora es posible titular o presentarse incluso a la EVAU con asignaturas pendientes. No entraré en el debate de si es bueno o es malo, simplemente es lo que hay.

¿Y qué hacemos entonces las academias durante el verano? ¿A qué nos dedicamos?
Lo cierto es que, al menos en mi caso, sigue habiendo alumnos, alumnos con características diferentes en muchos casos a los que había hace unos años. Alumnos que durante el verano buscan o bien afianzar los conocimientos que pudieron quedar un poco en el aire durante el curso o bien adelantar y preparar el curso siguiente. 

Las clases no son iguales que durante el curso, por una parte no existe esa presión acuciante de buscar resultados por encima de todo, y por otra, al no existir esas prisas el trabajo es más distendido, te permite dar más libertad a los alumnos, que sean ellos los que descubran y no tanto el que tú les dirijas. Es tiempo de pensar más y memorizar o automatizar menos. 

¿Y funciona esto? ¿Sirve para algo? Mi experiencia me dice que sí. Un sí rotundo y claro. Estos alumnos vuelven al curso con un plus, por una parte llegan más tranquilos, siendo conscientes de que muchas de las cosas nuevas a las que se van a enfrentar en el nuevo curso ya las han visto, experimentado y entendido. Por otra intento dotarles de herramientas alternativas a la hora de resolver problemas y ejercicios y esto lo consiguen ellos reflexionando sobre cómo resolver los problemas, y es curioso porque son innumerables las veces que preguntan si su profesor o su profesora les daría por bueno un problema resuelto "de otra forma". Ahí lo dejo, que cada uno reflexione al respecto, yo la respuesta la tengo más que clara.

Supongo que alguien pensará que una clase de matemáticas es una clase de matemáticas sí o sí, pero la verdad es que no. No busco que en las clases del verano aprendan un método, una fórmula para resolver el problema, busco que ellos sean capaces con las herramientas de que disponen de plantear soluciones a los problemas, simplemente les dirijo un poco cuando se desvían o les doy pequeñas pistas. 

Pero es que también nos da tiempo a proponer lecturas de libros donde las matemáticas se hacen presentes y que demuestran que nos rodean en el día a día. Este año, por poner un ejemplo, al grupo de los que el año que viene cursarán 2º de ESO les he propuesto El asesinato del profesor de matemáticas, de Jordi Sierra i Fabra, y El curioso incidente del perro a medianoche, de Mark Haddon. No es obligatorio leer los libros, ni mucho menos, pero según los van leyendo les propongo algunas actividades sobre ellos, y al final además consigo que entre unos y otros terminen animándose a leer esos libros.

Por supuesto  que en las clases no faltan juegos de "magia" y acertijos basados en las matemáticas y con los que intento que piensen en las matemáticas que hay, o debe haber, tras algunos trucos. Al final se trata de conseguir que se olviden de que están dando clases de matemáticas mientras aprenden matemáticas. Lo cierto es que la experiencia ya de varios años así me demuestra que con estas actividades aprenden muchas, muchas matemáticas...

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