martes, 19 de julio de 2022

Cansado de tanto publirreportaje sobre educación

De unos años a esta parte viene siendo cada vez más habitual que los medios de comunicación online publiquen publirreportajes patrocinados por bancos, empresas tecnológicas, editoriales... Eso no es ni bueno ni malo por sí mismo, pero a mí, personalmente, me llama bastante la atención. 


Lo que ya no me llama tanto la atención es el sesgo de estos publirreportajes pagados, repito, no son reportajes, no son trabajos de investigación de un periodista, son un tipo de publicidad encubierta y en esencia como todos vienen pagados por las mismas empresas pues suelen decir más o menos lo mismo. 

Creo que no soy sospechoso de estar en contra de la digitalización en las escuelas, más bien todo lo contrario, pero eso no quiere decir que trague con todo lo que nos venden estos publirreportajes. 

Por lo pronto es muy típico demonizar todo lo que tiene que ver con las clases tradicionales

Toca contraponer la clase magistral y estática con un modelo diferente, y fíjense que bien suena, "el alumnado deja de ser un público pasivo que únicamente escucha para convertirse en un participante activo". ¿Dónde hay que firmar? Lo compro. Y ahora ya la labor del comercial de turno, aprendizaje inmersivo, flipped classroom, gamificación... ¿Saben ustedes de que están hablando? 

Aprendizaje inmersivo: Genial esto del "inmersivo". Aunque no es nuevo, ya lo decía Confucio: “Me lo contaron y lo olvidé; lo vi y lo entendí; lo hice y lo aprendí”. Porque de esto es de lo que se trata, pero en tiempos de maricastaña ya íbamos al laboratorio a hacer prácticas de química por poner un ejemplo de aprendizaje inmersivo a finales del siglo XX, ahora cojan a sus hijos y pregúntenles cuántas veces han ido durante el último curso al laboratorio de química... 

Flipped Classroom: Esto personalmente me flipa mucho. Ya saben ustedes que escuchar a un profesor en clase (eso del magistral y estático) está más pasado de moda que un Seat Panda, pero irte a tu casa a encender Youtube para ver un vídeo del profe explicando la lección eso ya es la caña, luego ya las dudas me las preguntas en clase... Vale, me estoy llevando las cosas a los extremos pero es que hay mucha flipped classroom que se reduce a esto. Que sí, que puede estar bien en un determinado momento, que puede haber docentes que lo bordan, pero que no es la panacea universal. ¿Qué hacemos con el chaval que no lo ha visto en casa? Nos pasamos la vida criticando que se lleven deberes y ahora les hacemos que tengan que ver los vídeos con las explicaciones, y eso por no hablar de que como se pongan todos los profes a hacerlo a la vez no nos quedan horas ni para ir al servicio.

Por supuesto en estos artículos no pueden faltar las loas y alabanzas a cuanto aparato tecnológico queramos referirnos, ya sean tablets, portatiles, móviles, gafas de realidad virtual... 

Y aquí han sido bastante sutiles, porque si publirreportaje lo paga Apple se nos iba a quedar la boca abierta escuchando las maravillas del modelo de Ipad que hay que comprar al nene, o si lo paga Google ya veríamos las grandes ventajas que nos trae Chromebook. Y no es tema baladí, porque no son pocos los centros que en vez de optar por soluciones abiertas apuestan directamente por tal o cual modelo sí o sí. ¿Pensamos mal y acertamos? Ahí lo dejo. 

No pretende este artículo ser una crítica despiadada al uso de la tecnología en el aula, nada más lejos de mi intención, pero creo que no podemos ni debemos convertirla en el centro de todo. Las cosas en su justa medida funcionan mejor. Nos gastamos una pasta en comprar el último aparatejo para el cole, siendo conscientes de que en tres o cuatro años puede estar totalmente desfasado y no servir ni de sujetapapeles. "Compramos" licencias digitales (el entrecomillado es porque no las compramos las alquilamos durante un curso porque al hermano pequeño que viene por detrás hay que volver a comprársela) y luego resulta que no es más que el libro de siempre con las erratas de siempre pasado a formato PDF. Y mientras tanto las aulas se caen a trozos, los chavales se han pasado el curso llevando mantas para protegerse del frío y luego sufriendo calores cuando llega el verano... 

La tecnología puede complementar a la pizarra, pero no tiene por qué sustituirla. Cada vez me resulta más evidente que tras este cambio radical que nos pretenden vender hay unos intereses económicos muy presentes. 

Por cierto, el enlace al publirreportaje pagado por el Banco de Santander en El Confidencial


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